De tanto preguntarme, de no entender, me enfurecí tanto que arrojé el rectágulo para lejos.
Vine a arrepentirme más tarde de esa actitud, pero lo que no entiendo me enfurece.
Un Devorador gran amigo mío de muchas cazadas atrás vino a verme, en la cumbre de la montaña. También estaba intrigado y recogió el rectángulo y se puso a ojearlo. Pero pronto también perdió la paciencia y lo arrojó también, cayendo en los matagales cerca de la cumbre donde estábamos. Se quedó mirándome largamente... yo sabía lo que él quería, lo había arrojado porque hacía había hecho, pero su corazón habría quedado más contento si lo hubiese destrozado completamente.
Por qué no destrozamos esa porquería en ese mismo instante? Debería haberla destrozado... talvez las cosas serían hoy diferentes.