En realidad no era madera, era cuero. O cuero muy viejo o tratado, para que quede tan duro, pero su olor no era de madera, era animal.
Quién lo había construído? Para qué? Cuanto menos entendía, más la rabia crecía... no, los Hambrientos eran muy idiotas com para poder inventar algo que yo no entendiese. Qué estaba pasando con esta orden de las cosas, nosotros Devoradores, implacables, invencibles, irremediable como una plaga que cae regularmente, y que hay que tolerar, ellos Hambrientos, necesitados, fastidiosos, gordos, pesados, errantes o sedentarios, aún así sabrosos?
Esto mostraba que los hambrientos se revelaban, rechazaban su papel. Y yo no sabía ni porqué, ni qué había hecho que inventasen ese rectángulo que ahora sopesaba en mis manos.