Le tengo miedo al trueno, al tornado que una vez vi en el desierto.
Pero no a los Hambrientos.
Los respeto más, diría que son un manjar que como cuando la ocasión favorable se presenta.
Tanto comí que pueden acecharme por años que nunca les tendré miedo.
A lo sumo, sentiré que tienen más coraje, como cuando un chico cresce, se torna joven e adopta la insolencia como un molde para su personalidad.
Pero miedo no porque la comida no asusta.
Que quede bien claro, ni aún hoy les tengo miedo.