En realidad, este líder era tan pequeño que parecía enano al lado mío, y no creo que tuviese músculos,... en realidad, difílmente lo mataría por hambre, porque no era como aquellos (y aquellas!) que, ya de mirarlos, la saliva se agolpa entre las muelas, y no se puede correr con la boca abierta que el jugo cae de la boca.
No. Este Hambriento era fuerte en algo invisible, que yo podía oler, sentir, algo que por no comprender me daba un poco de miedo.