Sus gruñidos son diferentes, no son aullidos, son una serie de gritos mascullados todos juntos,
pero pronunciados como si cada uno de ellos tuviese un sentido diferente.
Como el mirar de un Devorador a otro, los Hambrientos se intercambian gritos, y así gritaban todos juntos sobre mí.
Es posible que estuviesen intentando decirse algo, o protestando por no encontrar el rectángulo odioso.
Al que le había robado el rectángulo gritaba más, y se interpuso entre dos Hambrientos y yo.
Creí que me defendía... mal sabía yo los planes oscuros de este ser extraño y peligroso.
Aquel Hambriento del cual había robado el rectángulo misterioso me clavó sus muy negros ojos canturreó algún conjuro.
Se puso nervioso, y aullé de terror de matarme allí mismo.
Deseaba calmarlo, devolverle el rectángulo y que me dejasen libre.
Pero cómo haría para entenderme, mis aullidos desesperados y su susurro melodioso?